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Lugar: Madrid, Madrid, Spain

miércoles, 12 de octubre de 2005

El Monte de Boadilla y el Infante D. Luis

Hoy (12-10-2005) hemos dado un paseo corto y muy cercano a Madrid porque no disponíamos de más tiempo libre y porque una incipiente lesión de rodilla así lo aconsejaba. Pero el defecto de marcha lo hemos suplido con el exceso de historia.

Siguiendo las indicaciones de Andrés Campos, hemos hecho un recorrido por el Monte de Boadilla, que se encuentra precisamente en Boadilla del Monte (o al revés). Todos los datos de esta ruta se pueden ver en la siguiente dirección:
http://www.excursionesysenderismo.com/rutas/r_madrid3/ruta_200_m3.htm


Hemos iniciado el paseo en la misma puerta del palacio del infante D. Luis y hemos cruzado el monte hasta salir por la urbanización Monte Príncipe, tomando un camino, del que unicamente diremos lo que dice Andrés Campos:
“por este caminito, bello a rabiar, pasearemos entre encinas monumentales, quejigos de amarillenta hoja marcescente, fresnos trasmochos y pinos piñoneros esbeltísimos, un bosque secular que es de buena querencia de las palomas y de los cernícalos primillas”.



El paseo fue corto, como una hora aproximadamente y además, lo hicimos algo de prisa ya que la tarde amenazaba lluvia y en efecto, el último tramo del camino, ya en la urbanización comenzó a llover , al principio suavemente pero llegó un momento en que nos acordamos de Zafra.



El palacio del Infante D. Luis llama la atención nada más llegar al pueblo por sus importantes dimensiones y su aparente estado de abandono. Hemos sabido que el palacio, despues de pasar por diversas manos llegó hace unos años a propiedad del Ayuntamiento sin que se sepa muy bien a qué dedicarlo. El día de nuestro paseo estaba totalmente lleno de andamios en su fachada principal y parece ser que para rodar una película el ayuntamiento se lo ha cedido temporalmente a la productora a cambio de que ellos costeen la rehabilitación.




Ccomo dije al principio, impresionados por las proporciones del palacio sentimos curiosidad no solo por el mismo sino por el Infante y, como la marcha era corta me dediqué a recabar información sobre el tal D. Luis. Así supe que fue el menor de los hijos varones de Felipe V y de su segunda esposa Isabel de Farnesio. Que nació en el Palacio del Buen Retiro en 1727. Fueron sus hermanos, entre otros, Fernando VI, Carlos III, Maria Ana, reina de Portugal y Maria Teresa esposa del delfín de Francia. Y Luis I entre los ya fallecidos cuando él nació.

Precisamente le pusieron de nombre Luis por su hermano, y su padrino fue Fernando VI, que era entonces Príncipe de Asturias y fue amamantado por tres escogidas nodrizas manchegas de las que luego hablaré, por lo curioso del asunto.

Su padre (Felipe V), hipocondríaco hasta el extremo de prepararse su propio entierro, intentó abdicar en Fernando (VI) siendo el infante D. Luis muy pequeño, pero su esposa Isabel de Farnesio se lo impidió escondiéndole la tinta y el papel para que no lo volviera a intentar. La razón principal es que Fernando no era hijo de Isabel y ella trataba de que algún día el trono recayera en D. Luis.

Cuando la reina Isabel de Farnesio comprendió que el futuro rey de España sería Fernando y que Carlos era ya rey de Nápoles, se produce la muerte del cardenal y arzobispo de Toledo y la reina lo vio claro: lo más parecido a una corona era una mitra.

Así que con ciertas reticencias del Papa Clemente XII en el año 35 se le nombra administrador perpétuo en lo temporal de la diócesis de Toledo y en diciembre del mismo año lo hacen cardenal (con ocho años). En el año 41 es investido arzobispo de Sevilla y en el 43 se celebra con gran solemnidad en Madrid la concesión del capelo cardenalicio.

D. Luis tiene grandes ingresos pero ningún patrimonio ni aficiones culturales. Al parecer solo le interesa la caza y el sexo. En el año 54, prescindiendo de la opinión de su madre, renuncia a todos sus cargos eclesiásticos. En compensación el Papa le concede una pensión anual.

En el año 58 muere Bárbara de Braganza, esposa del rey Fernando VI y D. Luis se traslada con el rey al palacio de Villaviciosa de Odón. Allí muere el rey dejando por heredero a su hermano Carlos (III), a cuyo recibimiento acude D. Luis.

Carlos es investido rey en el año 59 y nombra sucesor a su hijo Carlos (IV) aunque sabe que no le corresponde por haber nacido fuera de España y que el legítimo heredero era D, Luis por lo que le obliga al celibato para evitarse problemas sucesorios.

Como no tenia bienes comienza a hacerse su propio patrimonio para lo que compra, en 1761, el señorío de Boadilla que fue aumentando progresivamente por otras compras en Pozuelo y el extenso condado de Chinchón. Le encarga a Ventura Rodríguez la construcción de un palacio neoclásico (1763-1765) y comienza a dotarlo de una rica pinacoteca, colecciones de libros, relojes, muebles y objetos variados. En los siguientes 15 años el palacio se transforma en una pequeña corte con la presencia de un gran número de artistas y grandes festejos.

En 1776, tras el motín de Esquilache, Carlos III se retira a Aranjuéz, donde muere su madre. Le deja a Luis Enrique una extensa colección de objetos de valor que se lleva al palacio de Boadilla. Carlos III sigue empeñado en el celibato y tiene que buscar mujeres y sexo entre el pueblo llano (Marquita García, Antoñita Rodríguez y un largo etc) con las que tuvo hijos varios y contrajo la sífilis.

Luis Antonio tenía a su servicio lo que se conocía como “El cuarto del Infante”, pequeña corte constituida por capellanes, médicos, sangradores, cirujanos, tapiceros, sastres, pintores, escultores, relojeros, arcabuceros, cerrajeros, etc.. (Bocherini, Paret y Alcazar, etc). Este último, Paret y Alcazar le preparaba numerosas y escandalosas correrias amorosas, por lo que enterado Carlos III lo desterró. Luis Antonio le pide disculpas al rey y autorización para casarse.

Carlos III se vió obligado a proporcionar matrimonio a su hermano y le propone a su propia hija que luego la infanta rechaza por lo de la sífilis. Como no estaba enamorado de dama alguna, se la buscaron, casándose con Maria Teresa que vivía en La Granja. Antes el rey dictó una pragmática para alejar a Luis Antonio definitivamente de la corona.

En 1776 se celebra la boda en Olías del Rey. Serenata de Boccherini. Luna de miel en Velada. Luego Cadalso de los Vidrios. Y finalmente fijan su residencia en Arenas de San Pedro. El Ayuntamiento le regala algunas tierras y se construyen el Palacio de la Mosquera. Le visita aquí su hermana la reina de Portugal que lo encuentra muy triste. Tiene varios hijos. Aquí vino, mantuvo cordial amistad con Luis Antonio y comenzó a destacar Francisco de Goya que les pintó bastantes retratos y cuadros.
Murió en el 85. El cadáver estuvo cinco dias de cuerpo presente por voluntad propia con la intención de obligar al rey a ir a Arenas de San Pedro, cosa que no ocurrió.

En 1800 el cuerpo fue trasladado con todos los honores a El Escorial.


Si se quiere ampliar la información, no solo sobre el Infante D. Luis, sino sobre el palacio y sobre Boadilla del Monte, recomendamos la siguiente dirección: http://www.boadilla.com

Como dije al principio no quiero dejar sin recoger aquí las notas que he tomado sobre las características de las nodrizas que se buscaron expresamente para el Infante D. Luis:


LAS NODRIZAS

Un mes antes del nacimiento del infante, se comisiono al cirujano de cámara, para que con su criado, viandista y cocinero se desplazara por las tierras del reino en busca de amas de cría.


Las nodrizas debían de ser de buena disposición, ni gruesas ni excesivamente delgadas, con buena salud, de color no muy blanco ni muy moreno, de entre 21 y 27 años, de dentadura blanca, pechos firmes y no muy cerrados con pezones no muy gruesos, estando de segundo o tercer parto, sin menstruación, con abundante leche y de buenas cualidades, que no hubieran padecido enfermedades contagiosas del cutis y que tuvieran el pelo negro o castaño.


Debían ser de honestas costumbres (casadas); de buena crianza y genio templado; que no hubieran servido en el oficio de criar, limpias y curiosas; que no bebieran vino ni licores.


Hecha la selección por parte del cirujano, se paso a recabar información sobre la conducta de las mismas al Cura Párroco, Cirujano, Médico u otras personas fidedignas. Se comprobó que eran cristianas viejas, libres de toda mala raza, que sus padres o ellas mismas no ejercieron oficios viles, etc.


Las nodrizas elegidas fueron trasladadas a la corte, en donde se escogió al ama de lactancia y a dos más de repuesto, ante cualquier posible eventualidad. Las de reserva vivían acompañadas de sus hijos, a los que continuaban amamantando, en una casa contigua al Palacio y bajo la dirección de una rectora de amas. La ama titular vivía en Palacio mientras su propio hijo era nutrido en el pueblo por otra ama de cría.


La lactancia duró dos años, hasta que los dientes del infante dificultaron el trabajo de las
nodrizas. Durante ese tiempo recibieron una respetable retribución y, una vez finalizado el mismo, una pensión vitalicia.